En México, la población de 60
años o más es un sector social y económicamente vulnerable, pues se estima que
cerca del 47 por ciento vive en pobreza, y entre 20 y 30 por ciento sufre
violencia física, psicológica, económica o abandono, afirmó Mario Enrique
Tapia, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, de la
UNAM.
Esta situación representa un
reto en términos de políticas públicas y de atención, pues el país atraviesa
por un proceso de envejecimiento: actualmente, cerca del 8.9 por ciento de la
población –unos 10 millones de personas– son ancianos, pero en el 2050
representarán casi el 30 por ciento.
“Para 2050, la esperanza de
vida de los mexicanos será de 85 u 86 años, pero el hecho de vivir más no
implica que la calidad sea mejor. Desafortunadamente, el entorno y contexto de
las personas de la tercera edad en nuestro territorio no es favorable, y sí
estamos llegando a más edad, pero en condiciones muy deterioradas”, dijo en el
marco del Día del Adulto Mayor en México, que se conmemora mañana, 28 de
agosto.
Un tema prioritario,
prosiguió, es la atención a su salud, pues se considera que un adulto mayor
acude cuatro veces más a consulta que otros grupos poblacionales, y el costo es
siete veces mayor, porque muchos de ellos tienen padecimientos crónicos o
enfermedades discapacitantes.
También se requiere atender
aspectos sociales y psicológicos; por ejemplo, aunque no hay estadísticas
confiables se calcula que entre un 20 y 30 por ciento sufre violencia
psicológica, económica, sexual, física o abandono. Las mujeres son quienes la
padecen más, debido a factores socioculturales y a que su esperanza de vida es
mayor.
Otro reto, añadió, es formar
recursos humanos necesarios para su atención, pues es insuficiente el número de
trabajadores sociales, enfermeras, gerontólogos, geriatras y personal médico en
atención primaria de la salud con orientación hacia el manejo del adulto mayor.
Los cuidadores primarios son
los familiares, pero si no cuentan con una capacitación formal pueden caer en
omisiones por desconocimiento, sobre todo si atienden a adultos frágiles o
dependientes.
Además, prosiguió el
universitario, hay poca investigación para prevenir síndromes geriátricos, y
los modelos de atención, tanto en instituciones de salud como asistenciales, no
se han modificado en décadas. “Se les sigue atendiendo como hace 40 años”.
En los últimos años se ha
invertido en organismos gubernamentales y no gubernamentales para su atención
(como el Instituto Nacional para la Atención de los Adultos Mayores o el
Instituto Nacional de Geriatría), pero sigue siendo insuficiente para el tamaño
de esta población, que es vulnerable social y económicamente.
De igual forma, se requiere
avanzar en el respeto de sus derechos humanos, relacionados con su cuidado y no
abandono, la prevención de la violencia y la atención oportuna de los síndromes
geriátricos.
Finalmente, el académico
insistió en la necesidad de políticas de salud públicas y asistenciales para
establecer mejores condiciones de vida y lograr una cultura del envejecimiento
exitoso.
(Información y fotos DGCS-UNAM)
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