Por muchos años se ha
pensado que el trabajo en equipo es lo mejor y lo más conveniente para las
organizaciones; sin embargo, con las nuevas modalidades de empleo y el uso de
las tecnologías puede que no sea tan benéfico, planteó Adriana Martínez Pérez, profesora
de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Además, para las nuevas
generaciones el concepto de trabajo ha cambiado y a través del emprendimiento o
el autoempleo han buscado canales de desarrollo que les permitan tener más
tiempo para otras actividades y, por lo general, lo hacen de manera individual,
apuntó.
Un trabajo adecuado en
equipo impacta, en primera instancia, en los indicadores de productividad, pero
también en la motivación que genera saber que se reconoce la tarea del
personal, lo que origina un mayor compromiso del empleado hacia la
organización.
Sin embargo, resaltó, “no
creo que sea bueno para todo ni para todos; por ello, antes de ponerlo en
práctica es necesario evaluar el potencial de la persona, sus debilidades y
fortalezas, también si el tipo de proyecto a desarrollar requiere de esta forma
de laborar y si a través de ésta se alcanzarán los objetivos planteados”.
Si no se consideran estos
aspectos, se utilizarán inútilmente recursos humanos y materiales; además, los
resultados no servirán y se irán a la basura, advirtió la universitaria.
A grandes rasgos, esa
actividad se entiende como la colaboración que existe entre un grupo de
personas. En ciertas organizaciones hay algunos grupos establecidos de manera
formal, que se dan por la propia composición de la empresa, pero también hay
otros que se desarrollan por las características de los empleados.
No obstante, aclaró, no es
lo mismo el trabajo en equipo que de grupo, porque mientras en el primer caso
se reúnen para lograr objetivos específicos, en el segundo la distribución se
hace de acuerdo a las capacidades de cada quien.
En las empresas podría darse
por hecho que se labora para alcanzar metas comunes y para ese fin se
comprometen, porque además comparten valores y les gusta lo que hacen; sin
embargo, no siempre es así y la gente trabaja más en grupo que en equipo,
sostuvo.
No es conveniente aplicar
esta modalidad si hay conflictos por la diversidad de personalidades, por el
poder o si los objetivos son a corto plazo; incluso, si se lleva a cabo un
proyecto y no se tiene el avance planeado, es mejor dejar la responsabilidad de
determinadas tareas a un solo individuo.
En cuanto a sus ventajas, la
universitaria destacó que se pueden tener diversas opiniones desde perspectivas
variadas, lo que enriquece el enfoque que se tiene y, en consecuencia, se
obtienen mejores resultados, precisamente por la riqueza de pensamiento.
Uno de los temas
relacionados con esta forma de trabajar es el del liderazgo, tanto formal como
informal; se debe considerar porque hay casos en los que es determinante la
guía de un líder, que haga un seguimiento y permita el aporte de ideas. Además,
son las personas que dan la cara por el equipo quienes tienen que valorar los
avances del proyecto e identificar el talento y lo que puede aportar cada
integrante.
Resulta favorable en
pequeñas y medianas empresas porque no están tan delimitadas las funciones, lo
que hace factible ser más flexibles al realizar proyectos; así, los empleados
serán capaces de llevar a cabo sus funciones y las de sus compañeros, si es
preciso, señaló.
Otro impacto, muchas veces
negativo, es el bienestar, pues esa modalidad genera niveles altos de estrés
por los conflictos que pueden originarse del trato con los compañeros.
Finalmente, la especialista
en recursos humanos consideró que ser colaborativo debe representar un valor
que las personas desarrollen en los ambientes laborales y no sólo lo hagan si
la organización se los pide con el propósito de alcanzar ciertos objetivos.
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