Dolor,
sólo dolor
Hasta hace unos años el
desempleo, subempleo y bajos salarios, así como la falta de acceso a la
educación eran las preocupaciones de los jóvenes en México. Hoy con tristeza
sabemos que la inseguridad es lo que más les aqueja. La situación se complica
cuando son las mismas autoridades las involucradas con detenciones arbitrarias
de las que son víctimas las nuevas generaciones.
El golpear y luego averiguar
que caracteriza a la policía uniformada en la actualidad, es un regreso
terrible de más de 30 años. Hoy ser joven, vestir de mezclilla y playera es
motivo suficiente para que “un guardián del orden” catee a un adolescente.
Los silencios ominosos de
las comisiones de derechos humanos, tanto de la nacional (CNDH) como la de la ciudad
de México (CDHDF), las cuales reaccionaron muy tarde, tanto en el Caso
Ayotzinapa, como en las detenciones arbitrarias en la capital del país,
respectivamente.
Y es que no hay un dolor más
grande que el de un padre que pierde un hijo, las imágenes son desgarradoras al
ver a don Ezequiel Mora frente al altar de su hijo Alexander, normalista desaparecido.
Las pruebas de ADN indican, que con un pedazo de hueso hallado, el joven fue
identificado.
Y frente a su imagen dice
adiós al viento; un “¡cuídate!” como dicen los padres mexicanos a sus hijos
cuando salen de casa.
Hoy don Ezequiel ve la imagen
de Alexander a cada paso que da, en las paredes, en carteles, mantas, pero ya
no lo tiene para abrazarlo. Lo ve, pero no lo ve.
Qué nos pasó como sociedad,
en lugar de que nuestros jóvenes estén en las escuelas, universidades,
tecnológicos, en un trabajo digno y justamente remunerado, que sean la palanca
de desarrollo de la nación, pues no. Los encontramos pulverizados en algún
lugar y en muchos otros casos jamás se sabe nada de ellos, como es el caso de
miles, cuyas imágenes vemos a diario en las calles y medios de comunicación,
con la leyenda “Se buscan”.
Dónde están nuestros
jóvenes. Los cuerpos policiacos de todo el país están en tela de juicio; a los
normalistas desaparecidos se los llevaron los elementos municipales.
Policías infiltradas por el
crimen organizado llevan a que las instituciones sean cuestionadas.
Y los casos en el Distrito
Federal también son graves las detenciones arbitrarias, son una constante luego
de las manifestaciones. Se criminaliza la protesta.
Textualmente
hay que decirlo: La crisis social es innegable en México,
reflejo de ellos son las manifestaciones de todos los días, la gran mayoría de
ellas encabezadas por jóvenes que levantan la voz en demanda de justicia en el más
amplio sentido. Y es que toda solución al problema deberá transitar por una
política seria y decidida de atención a la juventud.
* Adalberto Villasana, Premio Nacional de Periodismo 2005, que otorga el Club de Periodistas de México, en la categoría de Divulgación de la Educación, Ciencia y Tecnología.
Sígueme en Twitter: @Villasana10
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