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Cuesta
sangre
Dice el viejo refrán: no
empieza bien la semana para el que ahorcan en domingo. La violencia no cesa en
México, iniciamos enero con 2,156 homicidios dolosos, y aunque se dice que la
cifra es menor a los cometidos en diciembre, el tema permanece como muy grave y
el gran reto para el Estado mexicano es la pacificación del país.
La cuesta de enero no fue sólo
económica, en materia de seguridad tampoco hay buenas noticias, hay lugares del
país, en los que ir al mercado y regresar a casa es un doble peligro, primero
porque no saben a cómo estarán los precios, y luego la incertidumbre de que en
cualquier momento se desata un tiroteo y las balas perdidas están a la orden
del día.
El tema es superlativo porque
en 2017 se rompieron todas las marchas históricas para ubicarse como el año más
violento en la historia de la nación, con más de 29 mil asesinatos. Para
establecer un punto de comparación hay que citar un despacho informativo
internacional, el cual cita que, en ese mismo año, en 1,459 ataques atribuidos
al Estado Islámico en 42 países, se registraron 13,632 víctimas.
Y vamos más allá, el informe
anual de Amnistía Internacional destacó el caso de México, en el cual se
destaca que se rompieron récords de violencia. En 2017 ocurrieron más de 40 mil
homicidios dolosos y culposos. Pero hay más de 34 mil personas desaparecidas,
por lo que la cifra se incrementaría, de ser localizadas más fosas
clandestinas.
Dicho informe también indicó
que en México persiste la tortura, las desapariciones forzadas, las ejecuciones
extrajudiciales y la impunidad, así como las amenazas, los ataques y homicidios
contra periodistas y defensores de derechos humanos.
Tenemos un escenario de país,
que nunca esperamos tener, nuestras abuelas, jamás imaginaron que algo así
sucedería. En localidades de provincia las balaceras son el pan de cada día. La
gente vive “con el Jesús en la boca”, porque sí bien, como dicen algunas
autoridades, es pleito entre bandas, también hay decesos colaterales, de gente
que queda a merced del fuego cruzado.
Hay que recordar que, sobre el
problema de las desapariciones en México, Tania Reneaum, directora ejecutiva de
Amnistía Internacional, ha dicho que, sin duda una de las mejoras en México
durante 2017 fue la aprobación de la Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas,
pero advirtió: se tiene que acortar la brecha entre lo que dice el Diario
Oficial de la Federación y la implementación de la ley. Una vez más, una cosa
es lo que está en tinta y papel, pero lo que pasa en las calles es diferente.
Textualmente
hay que decirlo: el territorio mexicano se convirtió en un cementerio,
en el que vemos cruces por todos lados, además de una mampara enorme, en la que
ya no caben los carteles de búsqueda de personas desaparecidas. Por lo que
urgen acciones inteligentes del Estado, porque el sólo músculo, no da os
resultados esperados.
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