La característica que encumbra
al futbol y lo hace muy popular es, en gran medida, su simplicidad. El
balompié, como tal, es tan lúdico que puede jugarse con cualquier tipo de
instrumento que simule una pelota, como la lata de una bebida, señaló Sergio Varela
Hernández, socioantropólogo del deporte de la UNAM.
En la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales (FCPyS) se hizo el abordaje de ese campo de estudio
rectangular que mide en promedio 64 por 100 metros. Ahí, el académico dijo que
el futbol tiene algo que otros deportes no: puede jugarse en cualquier espacio.
“El béisbol, el futbol americano y hasta el básquetbol son más complejos, hasta
en sus reglas”.
Pero sería muy simplista decir
que esa es la única razón por la que es popular. También tiene que ver la
proyección que tuvo a partir de la segunda mitad del siglo XX con los medios de
comunicación, manifestó el también coordinador del Centro de Estudios
Sociológicos de la FCPyS.
Bien bajado ese balón
En el Primer Congreso
Interuniversitario “Pensar el futbol. Desde el aula, la cancha y la grada”,
organizado por esta casa de estudios, la Universidad Iberoamericana y
elbuentoque.com, José Samuel Martínez López, académico de la UIA, expuso que
tiene su cumbre en el mundial, un evento de entretenimiento que se basa en el
deporte, y que aún en la mediatización tiene como base el juego y, a su vez, lo
lúdico.
“Pero no hay que perder de
vista que un mundial es un producto comercial privado, que el aficionado es un
consumidor, incluso con todos sus romanticismos y justificaciones, y que es un
megaevento deportivo que se acompaña de un gran proyecto político”, consideró.
Martínez López aseguró que
pronto los grandes Estados nacionales no podrán sustentar este tipo de
megaeventos, por lo que la FIFA tendrá que modificar las bases para su
organización. Prueba de ello es que el mundial de 2026 podría ser compartido
entre México, Estados Unidos y Canadá.
Autogoles
Respecto a los exfutbolistas
que buscan protagonismo en la política, Varela Hernández dijo que “hay que respetar
el derecho que tienen los ciudadanos de participar en la vida política”.
Es un fenómeno global, hay
ejemplos en África, Europa, pero también en Latinoamérica, incluido México. Las
sociedades tienen que poner ciertos diques simbólicos y políticos para que no
por el simple hecho de ser un “personaje” puedan conducir los destinos de un
país.
“No digo que no estén
preparados, pero sí surgen ciertas dudas y reticencias de que un futbolista
tenga los elementos suficientes para desenvolverse en la administración
pública. En nuestro país se ‘cuelgan’ más de su fama que de sus propuestas, que
seguramente no tienen articuladas a plenitud, políticamente hablando”,
concluyó.
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