A unos días de iniciada la temporada de
ciclones tropicales y cuando no se ha registrado el primer fenómeno, las
proyecciones indican la presencia de ciclones más intensos debido al cambio
climático, afirmó Christian Domínguez Sarmiento, investigadora del Centro de
Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
En la temporada 2019, los
ciclones se llamarán Alvin, Bárbara, Cosme y Dalila, en el Océano Pacífico; y
Andrea, Barry, Chantal, Dorian, en el Atlántico.
La universitaria explicó que
por encontrarse entre dos cuencas oceánicas, México es impactado cada año por
ciclones tropicales. “Llegan por ambos lados: el Golfo –donde la temporada
comienza el 1 de junio- y el Pacífico.
En situación similar está Australia; mientras que en otros territorios, como
Estados Unidos, sólo pegan por un lado”.
Se espera que estos fenómenos,
típicos en verano y otoño, se formen más seguido y sean más intensos en los
meses de julio, agosto y septiembre, en el Pacífico, y en el Atlántico en
agosto, septiembre y octubre.
Precisó que fuera de este
periodo pueden presentarse perturbaciones pequeñas (“cicloncitos”) que no
alcanzan a convertirse en huracanes. En promedio, por temporada ocurren 12
ciclones tropicales en el Atlántico y las zonas más afectadas de México son
Veracruz y Yucatán. En el Pacífico se presentan unos 14 y pegan más en la
península de Baja California, en Oaxaca y Guerrero.
En la UNAM, el CCA realiza
pronósticos experimentales y únicamente para México, para saber con varios días
de anticipación dónde se formará un ciclón y por dónde entrará.
El National Hurricane Center
de Estados Unidos elabora el pronóstico estacional (con meses de anticipación)
y meteorológico (con días de anticipación) de ciclones tropicales para México y
Centroamérica. El estacional indica en dónde se gestarán, pero no por dónde
entrarán.
La investigadora indicó que la
información de los anticipos meteorológicos es utilizada por la Secretaría de
Marina para movilizar a la gente en los puertos y salvaguardar sus
embarcaciones. La Comisión Federal de Electricidad la toma en cuenta para
proteger sus instalaciones y mantener su operatividad. Y Protección Civil para
emitir alertas y evacuaciones.
Como en México no se tiene una
escala para saber qué tan intenso es un ciclón con base en la velocidad del
viento y la precipitación (“puede llover más con una tormenta tropical que con
un huracán categoría 2 o 3”), Domínguez Sarmiento investigará próximamente esas
variables en ciclones tropicales para determinar qué tan peligrosos pueden ser
y qué tanto podrían precipitar, “y así calcular los daños”.
Desastres por mala gestión de
riesgos
De acuerdo con la velocidad
del viento, los ciclones se clasifican en categoría 3, 4 y 5. Los mayores a 5,
con velocidad de 250 kilómetros por hora, son menos probables, aunque se han
registrado vientos huracanados de hasta 300 km/h, “pero son raros”, aclaró la
experta del CCA.
En 1988 ocurrió Gilberto, uno
de los más catastróficos para la nación por la pérdida de vidas humanas y
materiales. “Nos tomó desprevenidos. No teníamos sistema de alerta temprana
ante ciclones tropicales (conocido como SIACT) ni capacidad de respuesta para
evacuación”, dijo.
En 2013 México enfrentó dos
ciclones tropicales al mismo tiempo: Ingrid, en el Atlántico, y Manuel, en el
Pacífico. Causaron 150 decesos y pérdidas por 57 mil 387.5 millones.
“El hecho de que haya
desastres se asocia a una mala gestión de riesgos y a que no tenemos capacidad
de respuesta integrada. Emitir el alertamiento a la población es muy tardado,
pues tres días antes se sabe la trayectoria del ciclón y dónde tocará tierra,
pero la evacuación es seis o 12 horas antes”.
Según cifras del Centro
Nacional de Prevención de Desastres, de 2000 a 2016 México ha tenido pérdidas
por 425 mil millones de pesos debido a desastres, y 60 por ciento son
principalmente por ciclones tropicales.
En general, la población más
vulnerable es la que se encuentra asentada sobre las costas, en casas humildes,
así como la gente de bajos y medios recursos. En cambio, las zonas hoteleras
tienen capacidad de recuperación más rápida. En los ciclones de 2010, a los
hoteles de Cancún les llevó menos de un año reparar sus daños, ejemplificó.
“El problema es que los
mexicanos en general tienden a subestimar los eventos meteorológicos; dicen:
‘ah, es una tormenta tropical’, pero si es un ciclón, con categoría de tormenta
tropical, puede ser catastrófico por la lluvia que produce, y que causa
deslaves en laderas, con peligro para la población que no sigue las
indicaciones de Protección Civil.
Finalmente, Domínguez
Sarmiento sugirió a la población, sobre todo la que habita en costas y faldas
de montañas, no minimizar las alertas hidrometeorológicas y seguir todas las
recomendaciones de Protección Civil.
A la Ciudad de México sólo
llega un ciclón disipado y no es tan intensa la precipitación como en las
costas, pero es aconsejable estar atentos a las alertas de tormentas locales,
qué históricamente han producido una precipitación de 70 milímetros, concluyó.
(Información e imagen
DGCS-UNAM)
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