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Historia
roja
Lo peor que nos puede pasar
como sociedad sería echar nuestros muertos abajo del tapete y hacer como que no
pasa nada. La violencia galopante que padece el país y ha dejado una estela de
tumbas en el horizonte nos debe llevar a la reflexión.
El primer semestre de este año
dejó la escalofriante cifra de 11,000 homicidios, es decir 60 por día, de
acuerdo con cifras de Semáforo Delictivo, quien además destaca que el 80 por
ciento son ejecuciones relacionadas con la disputa de territorios de venta de
narcóticos.
Hay que recordar que el país
lleva más de diez años en “guerra”, un reportero mexicano ha visto más muertos
que un corresponsal en países en conflicto.
Tenemos una descomposición
social preocupante, los crímenes cada vez son más violentos, incluso hasta
llegar a lo absurdo.
Hace casi un cuarto de siglo,
cuando ingrese a la fila de reporteros de LA PRENSA el homicidio del lunes era
el de toda la semana; ahora al que dejamos pendiente una noche, se le suma el
de la madrugada, luego el de la mañana, el de mediodía, el de la tarde, “el
muerto de las 10”.
Antes contábamos historia, la
víctima venía de algún lado, iba a otro, lo esperaban, había una narración y
acompañamiento, hasta que en muchas ocasiones se resolvía el crimen y el
homicida era detenido.
Hace décadas la sociedad
demanda a los periódicos dar testimonio de lo que ocurría en las calles,
demandaban: “no más la complicidad del silencio”.
La nota roja es un reflejo de
lo que ocurre en el país, las autoridades son presionadas a través de los
medios de comunicación para que solucionen la violencia que se vive en las
calles, por eso asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales dan
mensualmente un informe de lo que ocurre en el país.
Así los medios de comunicación
somos un reflejo de lo que ocurre en la nación, y bueno con un escenario de 60
ejecuciones por día, es necesario dejar el reporte.
Qué nos pasó como sociedad,
qué hicimos o qué dejamos de hacer para llegar a esta realidad de un país de
tumbas y fosas clandestinas; de más de 30 mil desaparecidos.
Textualmente
hay que decirlo: sí queremos que desaparezca la nota roja de
los medios de comunicación, tendremos que empezar a trabajar, cada uno desde su
trinchera para cambiar la realidad, porque ni modo de decir que vivimos en el
país de las maravillas, cuando el país se baña en sangre.
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